Chanel se reinventa una vez más de la mano de Karl Lagerfeld. Tecnología y tradición caminan de la mano en una simbiosis perfecta.
El escenario habitual: Grand Palais se engalano con una espectacular selva artificial.
Tweed y Paillettes contrastaron en armonía con las botas negras planas.
El vestido de novia, bucólico y maravilloso desperto la admiración del entregado público allí presente.